Sin querer dramatizar es justo decir que las situaciones de conflicto empiezan a aflorar en nuestro país: escolares que se pegan entre ellos, escolares o padres que agreden a profesores, profesores que agreden a alumnos…
Dice Feito que en una clase se elige un sufridor, a quien se persigue, ante la indiferencia, en ocasiones, del profesorado. Destaca además la competitividad escolar, la lucha por ser mejor, por obtener las mejores calificaciones, el culto al individualismo, como focos de violencia. Las horas muertas de patio, de ocio improductivo, es un punto básico en la proliferación de actos violentos.
Los monitores, frecuentemente profesores, pasan a ser meros vigilantes de patio.
Textualmente dice Feito que “cuando los niños se aburren en la escuela y se sienten desbordados por sus deberes es cuando se pelean y se portan mal. Uno aprende mejor cuando hace algo que le gusta y disfruta comprometiéndose con ello”.
La ESO, etapa que comprende de los 12 a los 16 años, pasa por ser el periodo más conflictivo. Esto tiene su explicación en varios puntos. Por un lado hablamos de una etapa terminal y propedeútica simultáneamente. Por otro lado este hecho genera tensión en gran parte del profesorado, quienes proceden del BUP y creen que el horizonte de sus estudiantes debe ser la Universidad. Esto provoca rechazo de dicho profesorado, que termina por aplicar en la ESO los parámetros que usaban en el BUP, lo cual genera una respuesta, activa o pasiva, por parte del alumnado que rechaza el sistema escolar.
Ironiza el autor con el hecho de que sea la propia Policía quien en ocasiones se hace cargo de la vigilancia escolar. Añade que la violencia en estos casos la generan los “individuos trajeados” que desde sus despachos ministeriales han puesto su empeño en crear bombas de relojería: masificación, elevada concentración de
alumnos de bajo rendimiento académico, carencia de recursos, escaso profesorado, un barrio de por sí difícil, …
Comenta Feito cómo la respuesta a tal situación suele ser, por desgracia, el separar a los alumnos problemáticos, aunque en ocasiones no quede más solución, ya que con dicha disculpa se opta por la segregación por niveles y la consiguiente creación de grupos de alumnos con la conciencia de ser problemáticos.
alumnos de bajo rendimiento académico, carencia de recursos, escaso profesorado, un barrio de por sí difícil, …
Comenta Feito cómo la respuesta a tal situación suele ser, por desgracia, el separar a los alumnos problemáticos, aunque en ocasiones no quede más solución, ya que con dicha disculpa se opta por la segregación por niveles y la consiguiente creación de grupos de alumnos con la conciencia de ser problemáticos.
La mala regulación del sistema sancionador de los centros no ayuda a mejorar la situación
Feito reflexiona también en torno a la figura del agresor, habitualmente masculino, sobre todo en casos de violencia física.
Por último el apartado nos da información para muchos desconocida (entre los que me incluyo), y es el hecho de que por ley, ningún centro escolar debe escolarizar más de un 20% de alumnos de minorías étnicas.
¿Creéis que la violencia escolar ha aumentado en las últimas fechas? ¿Estáis de acuerdo con las razones que esgrime Feito? ¿Erais conocedores de que ningún centro puede escolarizar más de un 20% de alumnos procedentes de minorías éticas? ¿Cuáles creéis que pueden ser las razones?
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