Resulta evidente decir que gran parte de la sociedad defiende, o al menos piensa, que el principal motivo de las desigualdades es el grado de interés de cada alumno individualmente considerado.
Feito está completamente en contra de este planteamiento, afirmando además que el profesorado y la sociedad en su conjunto, no ve clases sociales, minorías étnicas o diferencias de género, sino que detecta distintos grados de motivación que son responsabilidad exclusiva de cada individuo.
Parte de la psicología convencional llegó a plantear que la gente tiene distintos grados de inteligencia, que además se heredan, con lo cual se explicaría que los hijos e hijas de las “clases altas” tengan mejor rendimiento académico.
Basil Bernstein habla de la sociología del lenguaje, que relaciona el éxito académico con los códigos lingüísticos utilizados por las diferentes clases: las trabajadoras el restringido (estando así abocadas al fracaso) y las medias altas el elaborado que “curiosamente” es el utilizado en las escuelas sobre todo a partir del periodo de Secundaria.
Melvin Kohn (sociólogo en Baltimore), apunta que también son diferentes las expectativas que tienen los padres de sus hijos dependiendo de su estatus, de su clase. Lo mismo ocurre con las ocupaciones ya que mientras las de la clase obrera suelen estar relacionadas con los objetos, las de las clases medias suelen consistir en la manipulación de las relaciones interpersonales, las ideas y los símbolos.
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